16/11/08

¿Que clase de motivación tengo al estudiar? y ¿Que me motiva el estudiar?


Un primer aspecto es el siguiente: si hemos iniciado una larga fase de estudios como en nuestro país se plantea para el caso de los profesionales (5, 6 años o más), nuestra motivación, entendiéndola aquí como las ganas de perseverar, debería ser en nosotros muy potente. Nos enfrentamos a un sinnúmero de presiones y dificultades en el aspecto académico, lidiamos con compañeros de clase con personalidades y caracteres distintos, respondemos y nos adecuamos a profesores exigentes con métodos de los más variados. Todo esto se une a la responsabilidad de cumplir a los padres, quienes depositan su confianza en nosotros y esperan legítima retribución por su propio esfuerzo. Esta ultima mención yo la calificaría de "anti-motivación", ósea una situación en buena medida presionante que nos va a llevar a lograr los objetivos propuestos y que nos ayuda a la vez como importante aliciente al estudiar.
Por otro lado existen muchos que pasan por la llamada crisis vocacional, ésta ultima muy asociada al tema de las motivaciones. Al avanzar en la carrera muchos perciben que no era lo que esperaban o peor incluso, al llegar a los últimos años, terminan por desilusionarse de su ciencia, arte, profesión o futuros colegas. La motivación, esa que necesitamos diariamente para levantarnos muy temprano y asistir a clases, aquella que nos hace aprender un poco más de lo que sólo se nos dicta, poco a poco se va perdiendo hasta llegar al extremo de estudiar por compromiso, estudiar debido a esta "anti-motivación".

Consideremos ahora el motivo al estudiar. ¿Seguir una vocación?, ¿servir a otros con mis conocimientos?, ¿ganar dinero? A mi modo de pensar dentro del abanico de motivaciones siempre deberían estar las dos primeras mencionadas, si tengo una vocación profesional de seguro todo el esfuerzo que se despliegue será una sencilla barrera. También el servir a otros podría ser una eficiente motivación. Acumular conocimientos, experiencias, técnicas y destrezas que podrán ayudar a un sinnúmero de personas que necesitarán de éstas, debería ser un motor en nuestro desarrollo intelectual. Servir a los demás con lo que hemos aprendido y no servirnos de de ellos por nuestra posición adquirida una vez siendo profesionales. Ahora bien, el altruismo total tampoco es la posición que defiendo. Me parece de lo más justo y gratificante recibir retribución económica por el trabajo y esfuerzo diligente en nuestro trabajo. El ganar dinero me parece también una correcta motivación según las circunstancias, por cierto si es matizada con otras como las mencionadas.

Estudiar entonces, requiere de bastante motivación y un par de correctos motivos.

5/11/08

Motivación como causa, Motivación como efecto

Ciertamente veo en ella un doble cariz.
Si es la impulsora de nuestros actos, entonces actuará como causa, una causa plausible y "motivante" que nos ayudará a efectuar las tareas con más animo, ímpetu y convicción. en esta primera forma se convertirá es ese "algo que te motiva",una perfecta causa.

Es claro que la motivación "provoca" un efecto, pero podemos ir mas allá, al decir que es un efecto en si misma.¿como?

Si ya ha operado en nosotros la motivación como causa provocará en nosotros -como es lógico- un cierto efecto, el efecto de encontrarnos "motivados" al realizar las más diversas tareas. Entonces la motivación ya no será el motor del accionar sino el resultado de otro hecho motivante. Será un resultado, un efecto que producirá sentirnos "muy motivados".

Comprender esta idea, en la cual situamos a la motivación como un concepto de doble sentido, nos puede ayudar a comprender mejor, o al menos de forma distinta el concepto, ese que nos habla de la motivación tan sólo como estímulos que mueven a las personas a realizar ciertos actos y persistir en ellos. Concebir a la motivación como un efecto la sitúa en el plano de lo tangible, la aleja de aquellos "algos" intocables y permite que se parezca a un individuo animado y fresco, en fin motivado. Aquí entonces la motivación se parecerá mucho más a un adjetivo que a otra cosa.

Ahora bien, este ejercicio debemos restringirlo al ámbito puramente teórico, plantearlo de otra forma y aplicarlo en cada situación nos puede llevar a un desaguisado de proporciones y como en muchas de las construcciones teóricas inaplicables para todos y cada uno de los casos. En este sentido la realidad es mucho más compleja que un concepto, de hecho mucho más que todos los conceptos.

Al menos nos ejercita en la útil y hasta necesaria tarea intelectual de concebir las cosas, las ideas y situaciones no solo desde una perspectiva.

"Todo podría ser una causa, todo podría ser un efecto".